Es amigo mío aquel que me socorre, no el que me compadece. Thomas Fuller.

Como consecuencia del descrédito del poder condal durante el cogobierno de Berenguer Ramón I y Ermesenda, en Barcelona, Girona y Osona, pero especialmente en el Penedés, área de frontera con el Islam, los nobles, prescindieron totalmente de la potestad del conde, y tomaron ellos mismos el control de las fortalezas de las cuales llegaron a disponer como si fueran de su propiedad, esto es, si la supervisión de la curia condal. Entre estos aristócratas, antiguos Veguers que llegaron a señores, en el Penedés destaca Mir Geribert, con influencias en Barcelona por ser primo del Vizconde Udalard II y del obispo Guislabert, en un momento en que, por su dominio del Castillo Vell, cerca de el antiguo acueducto, y del castillo Bisbal, la familia vizcondal controló dos de las cuatro torres del recinto amurallado, además del castillo del Puerto, en Montjuich, desde donde se dominaba toda la ciudad y la bahía. En fin que toda la nobleza sigue a Mir Geribert, el posee una serie de castillos en el área de la frontera, para estar mas seguro, a su primo el obispo Guislabert I le cede la fortaleza de Ribes, y la castellania de Sant Martí de Sarroca, con la seguridad que le da todos estos apoyos, se da a si mismo el titulo de príncipe de Olèrdola.
Así los nobles del Penedés, reunidos alrededor de su líder, son contrarios al poder condal por que mantiene la paz con el Islam, la cual, si puede resultar beneficiosa para los comerciantes barceloneses y para el conde, por los tributos que le pagan los reyes taifas musulmanes, es completamente ruinosa para los aristócratas, que nada mas pueden acceder al oro árabe por medio de la guerra y los botines. Así fuera de la tutela del conde los aristócratas imponían tributos a los hombres libres de la Castellania, cosa que afirmaba en su condición de Caudillo a Mir Geribert. Otro agravio contra el conde era el soporte a las pretensiones del Monasterio de Sant Cugat del Valles, el cual basándose en unos concesiones que, doscientos años atrás, les había hecho Luís el Piadoso, se proclamaba propietario de grandes dominios territoriales en el área de la frontera; como no Ermesenda, no puede dominar a los nobles, busca la ayuda del Abad Oliba, y otros curiales que se enfrentan a los nobles de Mir Geribert, pero toda la ayuda que encuentra Ermesenda es de gente vieja como ella, ya que si ella tenia ya los sesenta y cinco años, el abad Oliba, estaba en los sesenta y nueve, y así todos los demás, mientras los del grupo de Mir Geribert, todos eran jóvenes.
A todo esto con l

A causa de hecho generacional antes mencionado, Ramón Berenguer I se mantuvo equidistante de los dos bandos que se habían constituido. Para recuperar el condado de Girona, que le cedió a su abuela Ermesenda a cambio de la liberación de su tutela, el conde no repugnándole a diferencia de su abuela, las practicas feudales, no dudo en aliarse con Mir Geribert, el cual se puso al servicio del conde, a cambio del reconocimiento de su posición de dominio en la frontera; Ramón Berenguer I sacrificaba, así, la posición de su hermano el conde Sancho del Penedes.
Poco después, una vez se hubo apoderado del condado que estaba en manos de su abuela, reconstruyendo así el eje Barcelona-Girona, base de la saga condal, Ramón Berenguer I se reconcilio con su abuela Ermesenda. Sintiéndose traicionados los barones feudales iniciaron un revuelta, desertando en masa de las hueste condal, reunida para atacar a Ramón Wilfredo de Cerdaña; paralelamente, en Barcelona, con el propósito de imponer su señoría en la ciudad, el obispo Guislabert y el Vizconde Udalard II intentaron un golpe de estado, llegando, ha apedrear el palacio condal; la tentativa fracasó gracias al soporte de la masa urbana hacia el poder condal, única garantía de continuidad de las franquicias de Barcelona pactadas con Berenguer Ramón I. Ramón Berenguer I se impuso a los rebeldes, y después de una sentencia emitida contra ellos por un tribunal bajo la presidencia del Abad Oliba, Guislabert de Barcelona tubo que jurar, contra toda evidencia, no haber tomado parte en la sedición y además, ceder en fianza el castillo del obispado, como también fue requerido a pagar el precio de la investidura episcopal que aun no había satisfecho, y por otro lado Udalard II tubo que indemnizar a Ramón Berenguer I con doscientas onzas de oro, así como también fue obligado a poner el Castell Vell a disposición del conde.
Si Ramón Ber

Mientras tanto en el condado del Penedés, Ramón Berenguer I, todo y que había fortalecido su posición con la renuncia, a cambio de dineros de su hermano Sancho al condado, no conseguía imponerse a los fieles de Mir Geribert, los cuales habían cometido delitos contra la potestad del conde, como por ejemplo suprimir la franquicias de Olèrdola, y también del Valles, que les había otorgado el conde; al mismo tiempo habían cometido una traición intentando inducir a los reyes musulmanes de Lleida y Tortosa a que no pagaran las “paries” que el conde les había impuesto después de sus victoriosas campañas; un tribunal condeno a Mir de Geribert, en rebeldía por que no compareció ante el tribunal, a reparar las ilegalidades cometidas, pero el príncipe de Olèrdola se pudo aprovechar de debilidad del conde, frente a Ermesenda por el matrimonio con Almodis de la Marca, e hizo caso omiso de la sentencia y continuo con la revuelta.
La excomunión significó un golpe muy duro a la autoridad de Ramón Berenguer I, que Mir de Geribert supo aprovechar para extender sus rapiñas y pillajes no solo al Vallés, si no a Osona y todo, en donde se apodero de la herencia del su suegro, Gombáu de Basora; Por otro lado, el conde Guillermo II de Besalú rompió el compromiso matrimonial con la hermana de Almodis y se dispuso a entrar, juntamente con Roger, conde de Foix y de Carcasona, sobrino de Ermesenda, en una coalición que la vieja condesa pretendía dirigir contra su nieto.
La situación política se giró de pronto a favor de Ramón Berenguer I. Ermesenda, habiendo visto disuelto su grupo de confianza por la muerte de sus principales consejeros: El Abad Oliba, el obispo Pere de Girona, poco después Gombáu de Basora, y comprendiendo tal vez que su actuación solo hacia mas perjudicar a su nieto favorecer a los barones feudales rebeldes, le vendió todos sus derechos a Ramón Berenguer I y

Ramón Berenguer I, a pesar de todo, había obtenido un importante éxito con la compra, a su hermano Guillermo de Osona, de sus derechos sobre el condado de Osona; pero en cambio no había podido actuar con firmeza en el Penedés, a causa del conflicto con su abuela; por eso, después de la abdicación de su abuela, el conde gracias ha haber tenido unas ganancias por el botín logrado en un ataque contra el reino de Zaragoza, consiguió el retorno de una gran parte de los clanes nobiliarios a su sequito, abandonando a el caudillo rebelde, y entonces, dirigió una expedición contra el Penedés, y Mir de Geribert tubo que exilarse a Tortosa, de donde volvió el año siguiente para someterse a la autoridad de Ramón Berenguer I. Así el conde consiguió imponer su poder en todo el territorio de Barcelona-Girona-Osona, reunificándolo de nuevo bajo su dominio.
Si, a diferencia de los otros condes, Ramón Berenguer I de Barcelona consiguió imponerse del todo a los nobles rebeldes de sus dominios, fue en gran parte por que a pesar de la crisis del poder condal a causa de la sedición aristocráticas, el conde de Barcelona supo conseguir mantener la iniciativa en la lucha contra el vecino musulmán,
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