Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas. Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno.
Ya la Iglesia Católica se invento lo de la confesión, como medio de tener a los fieles controlados en todo momento. Los empresarios se inventaron las cenas de empresa, para el mismo fin, no hay como empezar a ingerir alcohol, para que las lenguas se desaten y se pueda saber lo que piensan los empleados.
En las cenas de empresa siempre hay el organizador, puede ser de buena fe, normalmente un solitario, que por poder estar en compañía un rato, hace lo que sea, si esta este, el empresario tiene el terreno ya labrado, pues este se encargara de organizar la cena. Si no se da este caso, habrá que buscar al alguien que se cuide de organizarlo, si no, siempre queda el pelota Nº 9.999 para que se encargue, pero esto, solo en caso de que no se pueda solucionar con otro, pues para el pelota hay otra función, la función del pelota es informar al jefe, de todo lo que se diga o haga en la cena, y así el jefe, saber como piensa cada incauto.
Luego están los que estas cenas, la emplean para criticar a un compañero o compañera, lo que no saben es que cuando giran la espalda, los están criticando a ellos, pero no se enteran, por se creen inmunes a la critica, no saben que todos tenemos una cosa u otra en la que podemos ser criticados.
Si hay alguna pareja que en secreto tienen alguna relación, (que siempre hay alguien que sabe) se saca a relucir por lo bajinis entre todos los comensales. Si esta el jefe presente en la cena, hace como que se desmadra, para que se suelten los incautos, y así ver como respiran. Vamos que es un drama, y luego nos quieren vender que es una cosa fabulosa para los comensales.
Los convites de familia siempre acaban mal, los de trabajo peor, si en una familia en la que apenas nos vemos durante el año, cuando se quiere hacer una reunión, siempre salen los trapos sucios, que no pasara con los compañeros de oficina que compiten por un puesto, por un aumento, por una mirada de simpatía del jefe, por una ruindad como cualquier ser humano.
Pero lo mas bueno viene al próximo día que se encuentran: ¡o que bien que lo pasamos!, ¡o que fabuloso estuvo el jefe con sus bailes tropicales!, ¡o que chistoso estuvo fulanito!, y resulta que fulanito, viene explicando los mismos chistes verdes, año tras año y no hay nadie de la oficina que no los haya oído veinte veces por lo menos. En fin tétrico, lamentable, ridículo. Pero a la próxima ocasión otra vez, no sea que el jefe se ofenda, y luego nos lo tenga en cuenta, lo que no saben, es que el jefe ya se lo tiene en cuenta, pues ha tomado nota de toda la confesión hecha bajo los efectos del alcohol.
Y ahora viene lo último, que no nos cojan en el control de alcoholemia, y nos salga la torta como un pan, que entonces ya hay para apagar la vela y vámonos.
En un context restringit, estricte,
en els límits concrets de quatre parets
escurem la nit del divendres
i els darrers acudits verds i gastats
damunt el desgavell de a taula del restaurant.
Tips de procacitats, apostant precàries
dignitats pel qui té la situació comprada.
Ja fa temps ens varem vendre la valentia,
ara, i d’oferta el coratge.
Al final, el més nefast són els silencis,
la buidor de lluita per fer-se omnipresent,
la cruesa de la grotesca realitat.
És quan t’obstines a creure que el desassossec
que t’aixafa la nit és conseqüència només
d’una desmesura d’alcohol.
JOSEP CHECA.
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