Decía Ovidio que:
Mucho amor germina en la casualidad; tened siempre dispuesto el anzuelo, y en el sitio que menos lo esperáis encontraréis pesca.
Pero yo en todos los años que llevo viviendo y a estas alturas, pienso que el amor no germina por casualidad, si no que nace de lo mas hondo de las entrañas de uno. Y el amor no se encuentra si no que simplemente se da. Sin esperar que te lo devuelvan. Desinteresadamente, como quien hace un regalo. Para no devolver, no como los novios que cuando riñen se devuelven los regalos.
Pero cuando uno ama, aunque sea desinteresadamente, piensa en que el amado lo comprende y un poco si le querrá, pero no es así, lo tengo comprobado. No se trata de ir a pescar, no se puede hacer que una persona te quiera por que si, supongo que eso nace de cada uno y que tú quieras no quiere decir que el otro te quiera. Y aquí viene el drama, los hay que aunque les duela lo admiten, aunque no lo comprendan, por que esto es una cosa que no se puede comprender.
Pero en esos casos en que la violencia, se desencadena llegando incluso a causar la muerte del ser amado, es por ese no comprender que el amor lo puedes dar, pero nunca obtener. No puedes por mucho que hagas, que el ser amado te quiera a ti, por tanto, te has de aguantar y no pensar que te han robado algo, pues no tenías nada, y por tanto no te lo pueden robar.
Estas cosas, que se producen casi a diario, me hacen pensar, y aunque nunca, nunca se pueden justificar, si se pueden llegar casi a comprender.
Cuando una persona, sea hombre o mujer, se ha pasado toda su vida dando su amor a la esposa o al esposo, al hijo o al nieto y después de todo ese tiempo, un día le plantean que ya no lo quieren, es horrible. Y más si te demuestran en muchos casos hasta asco y desprecio.
Y si lo miramos fríamente, desde fuera, diremos que se acabó el amor, como la canción, ¿pero es que ha existido alguna vez? Y el despechado sea el o ella, tanto da, ¿como se lo toma?, pues como su carácter se lo da ha entender. Están los apocados que se van a la calle y se abandonan. Están otros apocados que se van a vivir a casa de los padres. Pero y aquí viene lo peor, están los violentos, y estos llegan a la conclusión de que si tu me destrozas la vida y te la arranco.
Por eso digo que Ovidio se equivoca, el amor no se pesca, por que el que te ame a ti tal vez no quieras que te ame, es más que te repugne, y al que amas, le repugnas tú. Por tanto es un problema que no tiene remedio. Cada uno ve el amor a su manera. Uno se cree que si hace esto le darán un poco de amor, pero el amor no se compra, ni se vende. El amor es como es, único, de cada uno.
Es como dicen que hacen los alacranes, que de tanto que aman a los hijos se dejan comer por ellos, pero los hijos cuando se han comido a la madre, no le agradecen nada, lo mismo que les pasara a ellos cuando por ley de vida, se hayan de dejar comer. Y entre tanto los hay que encienden el fuego, diciendo que defienden a las víctimas, cuando casi con seguridad, si no fuera por ellos, no habría víctimas.
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