Aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra. (Francisco de Quevedo y Villegas).
Toda persona honrada prefiere perder el honor antes que la conciencia. (Michel Eyquem de Montaigne).
Cuando uno llega a la edad en que estoy yo (rayando la octava década), se encuentra en situaciones, que no le dejan hacer lo que quisiera. Resulta que el lunes mi suegra (ella ya esta casi en los cien), yendo con mi esposa por la calle, no sabe como, ni de que manera, en un sitio completamente llano, se cayo al suelo, estaban próximas ya, a la casa donde vivimos, mi esposa, trató de levantarla, pero no pudo (todos sabemos, como pesa un cuerpo que no ayuda, a que lo levanten), así que unas personas que pasaban por la calle, le ayudaron a levantarla y como ahora todos llevamos el teléfono móvil encima, pues ni cortos ni perezosos, llamaron una ambulancia.
Mi esposa como estaba cerca, me vino a buscar a nuestra casa, dejando a su madre, al cuidado de las personas que la habían ayudado y cuando nos acercábamos a lugar, me fue explicando lo que había pasado, estaba en un estado de excitación tan grande, que tuve que calmarla. Mientras llegó la ambulancia, y como mi suegra, no se había hecho nada, según ella y no le dolía nada, pues quedamos con los de la ambulancia, que nos iríamos a casa y que la observaríamos. Les firme el parte, para que pudieran justificar que si nos habían atendido, y nos fuimos a casa. Fue pasando el día y sobre las cinco de la tarde, después de hacer (mi suegra) una siesta bastante larga, resulta que se va a levantar del sillón donde estaba y que dice que no puede, que las piernas no la aguantan. Pues no hubo manera de que se pusiera derecha. Que las piernas se le doblaban y que si la soltábamos se caía otra vez.
Visto todo esto, tuvimos que llamar otra vez a emergencias, explicar todo lo pasado y enseguida me dijeron, que se iba a poner al teléfono un doctor para que le explicara la situación. Le explique lo que había pasado, por lo visto el doctor que se pone para preguntar, va en la ambulancia que viene hacia la casa del enfermo, ya que hablando con el, al cabo de unos minutos ya estaban en mi casa con todos los datos que le había dado. He de reconocer que la atención de estas ambulancias en casi su totalidad, es estupenda, pero como no quiero ser un pelota diré: que por desgracia, no todos lo son. Como en todos los sitios y ordenes de la vida, no pueden faltar los chorizos.
Ya he dicho, que la mayoría son gente que se merecen un premio, pero si he de ser justo, tengo que decir aquí, lo que me paso una vez que me dio una Lipotimia y mi esposa les llamó. Resulta que yo estaba poniendo en orden, una agenda Palm que tenia (y que ahora también tengo, aunque no la misma), al día, cuando me dio la Lipotimia, la Palm se quedo en la mesa de mi despacho, ya que yo caí al suelo. Si la hubiera arrastrado conmigo hubiera caído al suelo, en el peor de los casos. Pues bien me llevaron al hospital. Mi esposa al salir cerró la puerta de la casa. Llegamos al hospital y me atendieron como es debido, me hicieron todas las pruebas que fueron necesarias y como no encontraron nada, me dijeron que podía ser una bajada de tensión, o de azúcar, o vete a saber el que y me mandaron para mi casa.
Entre ir al hospital y venir no tardé más de 2 horas. Cuando llegamos a casa, resulta que allí no había entrado nadie y la agenda Palm había desaparecido. Desde luego no la pudimos encontrar. Miramos debajo de la mesa del despacho, debajo de las estanterías, en las estanterías, movimos hasta los libros, todo por si alguno de los sanitarios la había puesto allí, ya que mi esposa no la había tocado, yo estaba en el suelo, sin poderme levantar, debido a los vómitos y las arcadas que me daban. Pues no apareció, entonces no se tenía que ser Sherlock Holmes, para saber que había sido uno de los cuatro individuos, que me habían venido ha atender, dos de una ambulancia medicalizada y dos de la ambulancia que me llevó al hospital. Supongo, que estos individuos que se dedican a esto, cuentan con que el enfermo se pase bastante tiempo fuera de casa, así, representa que durante ese tiempo, puede haber entrado mucha gente en la casa y ya es difícil saber quien ha sido, pero en mi caso, no había duda, solo podían ser ellos, o mi esposa, o yo y desde luego, ni mi esposa ni yo fuimos, por tanto solo quedaban ellos.
En esta agenda (los que la conozcan ya sabrán de que se trata), llevaba una cantidad de datos enorme. Pues bien, esto ocurrió el 18/10/2004, hace ya cuatro años y casi dos meses. Me puse en contacto con el hospital, para que me dieran los nombres de los sanitarios que me habían atendido. Me los dieron, los fui a ver, les explique lo que me había pasado, me negaron el que la hubieran cogido. Les dije a los cuatro, que tenían que haber sentido la alarma, ya que antes de llegar al hospital tenia que haber tocado, en el camino de retorno, me dijeron que no. Les dije que me vería en la necesidad de denunciarlos. No hubo manera, presenté la denuncia en la Policía Nacional, no me dieron ninguna esperanza, solo me dijeron, que con la denuncia, si tenia seguro, podría cobrársela a la aseguradora. Así lo hice y si, cobre la agenda, pero los datos que perdí, esos, no los cobré, algunos con trabajo, los pude encontrar y incorporar a la agenda, pero otros se perdieron. Pero el ladrón no salió y la agenda tampoco y con el tiempo que ha pasado, no hay duda de que se la llevó, alguien de los que entraron en mi casa aquel día y que basándose en el tiempo, como he dicho mas arriba, ves ha saber las casas que habrán desmantelado y los pobres expoliados, tal vez acusen a un vecino, a un pariente, o a aquella persona, a la que le dejaron las llaves, mientras estaban en el hospital y le hacían un favor cuidándose de la casa. Y TODO, POR CULPA DE SERES DESAPRENSIVOS, LOS CUALES APROVECHÁNDOSE DE EL BUEN HACER DE SUS COMPAÑEROS, SE METEN EN LAS CASAS, HACIENDO QUE CAIGA EL BALDÓN SOBRE LOS QUE SON MERECEDORES DE UN PREMIO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario