La base de todas las sociedades grandes y duraderas ha consistido, no en la mutua voluntad que los hombres se tenían, sino en el recíproco temor. Thomas Hobbes.
En la política el arrepentimiento no existe. Uno se equivoca o acierta, pero no cabe el arrepentimiento. Santiago Carrillo.
Pedro II de Aragón, el Católico, rey de Aragón y conde de Barcelona entre los años 1196 y 1213, hijo del Rey Alfonso II “el
Casto” de Aragón. Renovó la infeudación de Aragón a San Pedro (que habían hecho años antes Sancho Ramírez y Pedro I), tras su coronación por el Papa Inocencio III en la basílica de San Pancracio de Roma el día 4 de febrero de 1204.
Presenta el hecho resaltable de ser el primer monarca del reino que es coronado. A partir de el y por concesión de la Santa Sede por bula dictada el día 6 de junio de 1205, los monarcas aragoneses podrán coronarse, debiendo hacerlo en la Seo de Zaragoza, de manos del Arzobispo de Tarragona y después de haber solicitado la corona al Papa. La concesión se hizo extensiva a las reinas.
El gobierno de Pedro II es un periodo que podemos calificar de triste. Absorbido por su política internacional, tan sólo lograría recuperar alguna posición avanzada: Mora de Rubielos (1298), Manzanera (1202), Rubielos de Mora (1203), Camarena (1205), Castielfabib y Ademuz (1210). Participó en la decisiva batalla de Las Navas de Tolosa 1212 junto a castellanos y navarros.
Casado en 1204 con María de Montpellier (matrimonio forzado por intereses en el Mediodía francés), su vida familiar estuvo a punto de crear una situación de crisis sucesoria, que sin duda hubiera provocado la separación
de Aragón y el condado catalán. La reina María dio un heredero, Jaime I que al menos sirvió para que la dinastía continuara en ambos territorios.
Los intereses de Pedro el Católico se extendían por alianzas de familia a lo que más tarde se llamaría Occitania, en el Mediodía de Francia: habia casado con María, heredera del conde de Montpellier, y su hermana Leonor se había unido en matrimonio con el conde Ramón VI de Tolosa. Los territorios vasallos se extendían a Ramón-Roger Trencavel, vizconde de Beziers y Carcasona.
A finales del siglo XIII la influencia del catarismo, una religión proveniente de Europa del Este y cuyos seguidores, los “cataros”, se conocieron con la denominación de los “albigenses” en razón de su profusión en la ciudad de Albi, en los territorios del condado de Toulouse y vecinos se había afianzado en las élites y clases acomodadas, amenazando la hegemonía de la Iglesia romana y despertando al mismo tiempo, por la prosperidad de aquellas, la ambición de las baronías de Isla de Francia y aliados de la corona francesa, dispuestos a servirse de cualquier excusa para intervenir en los territorios de la Langue d’oc.
El Papa Inocencio III por su parte, se mostró siempre complaciente y predispuesto hacia la empresa del rey francés con quien habría de aliarse militarmente en Bouwines y a quien encomendaría la acción de castigo contra Inglaterra; por supuesto, el mismo albergaba su propio deseo de atajar la “herejía” y reducir a sus prosélitos a la obediencia a Roma. De esta comunión de intereses surgió la Cruzada contra los albigenses que el Papa predicó en toda la cristiandad, especialmente en Isla de Francia, y que legitimó al monarca francés para enviar contra los territorios considerados desviacionistas por Roma, un poderoso ejército mandado por Simón de Montfort. El resultado de la guerra “Relámpago” llegó tras la brutal toma de Beziers, cuya matanza se hizo célebre por la frase atribuida según las crónicas, pero luego objeto de controversia entre los especialistas, a Montfort, y el sitio de Carcasona en el verano de 1209, quedando sometidas las tierras de la familia Trencavel.
El Santo Padre, otorgó el señorío de los feudos de la familia Trencavel, que lo eran del reino aragonés, a Simón,
mientras éste avanzaba hacia las posesiones del conde de Toulouse. Más tarde, por el Concilio de Letrán (1214), el Papa desposeyó a Raimundo de Tolosa y a sus herederos de sus posesiones tolosanas que entregó a Simón de Montfort, quien a su vez, puso todos los territorios conseguidos al amparo de rey de Francia. Sin embargo, Raimundo hizo valer el pacto secreto acordado con Pedro II el 27 de enero de 1213 y este, tras algunas dudas, reunió finalmente un ejército con el que se presentó ante Simón de Montfort a las proximidades de Muret. Pedro II de Aragón resultó muerto al ser rápidamente alcanzado y aislado por los caballeros franceses, causando el desorden entre la fuerzas tolosanoaragonesas. La derrota de Muret supuso el abandono de las pretensiones de la corona de Aragón sobre los territorios ultrapirenaicos y de acuerdo con el historiador: Michel Roquebert, el final de la posible formación de un poderoso reino aragonés-occitano que hubiera cambiado el curso de la historia de España y Francia. Pedro el Católico murió por tanto el 12 de septiembre de 1213 en Muret. Jaime I su hijo, lo sucedió.

Presenta el hecho resaltable de ser el primer monarca del reino que es coronado. A partir de el y por concesión de la Santa Sede por bula dictada el día 6 de junio de 1205, los monarcas aragoneses podrán coronarse, debiendo hacerlo en la Seo de Zaragoza, de manos del Arzobispo de Tarragona y después de haber solicitado la corona al Papa. La concesión se hizo extensiva a las reinas.
El gobierno de Pedro II es un periodo que podemos calificar de triste. Absorbido por su política internacional, tan sólo lograría recuperar alguna posición avanzada: Mora de Rubielos (1298), Manzanera (1202), Rubielos de Mora (1203), Camarena (1205), Castielfabib y Ademuz (1210). Participó en la decisiva batalla de Las Navas de Tolosa 1212 junto a castellanos y navarros.
Casado en 1204 con María de Montpellier (matrimonio forzado por intereses en el Mediodía francés), su vida familiar estuvo a punto de crear una situación de crisis sucesoria, que sin duda hubiera provocado la separación

Los intereses de Pedro el Católico se extendían por alianzas de familia a lo que más tarde se llamaría Occitania, en el Mediodía de Francia: habia casado con María, heredera del conde de Montpellier, y su hermana Leonor se había unido en matrimonio con el conde Ramón VI de Tolosa. Los territorios vasallos se extendían a Ramón-Roger Trencavel, vizconde de Beziers y Carcasona.
A finales del siglo XIII la influencia del catarismo, una religión proveniente de Europa del Este y cuyos seguidores, los “cataros”, se conocieron con la denominación de los “albigenses” en razón de su profusión en la ciudad de Albi, en los territorios del condado de Toulouse y vecinos se había afianzado en las élites y clases acomodadas, amenazando la hegemonía de la Iglesia romana y despertando al mismo tiempo, por la prosperidad de aquellas, la ambición de las baronías de Isla de Francia y aliados de la corona francesa, dispuestos a servirse de cualquier excusa para intervenir en los territorios de la Langue d’oc.
El Papa Inocencio III por su parte, se mostró siempre complaciente y predispuesto hacia la empresa del rey francés con quien habría de aliarse militarmente en Bouwines y a quien encomendaría la acción de castigo contra Inglaterra; por supuesto, el mismo albergaba su propio deseo de atajar la “herejía” y reducir a sus prosélitos a la obediencia a Roma. De esta comunión de intereses surgió la Cruzada contra los albigenses que el Papa predicó en toda la cristiandad, especialmente en Isla de Francia, y que legitimó al monarca francés para enviar contra los territorios considerados desviacionistas por Roma, un poderoso ejército mandado por Simón de Montfort. El resultado de la guerra “Relámpago” llegó tras la brutal toma de Beziers, cuya matanza se hizo célebre por la frase atribuida según las crónicas, pero luego objeto de controversia entre los especialistas, a Montfort, y el sitio de Carcasona en el verano de 1209, quedando sometidas las tierras de la familia Trencavel.
El Santo Padre, otorgó el señorío de los feudos de la familia Trencavel, que lo eran del reino aragonés, a Simón,

A MOSSEGADES
Nit traduïda de vins i victòries
joia del cos i les mans
d'un no dir,
de guspires de tactes,
mossegades a cau d'orella.
joia del cos i les mans
d'un no dir,
de guspires de tactes,
mossegades a cau d'orella.
Recrear el cabell de músiques,
d'erotisme sense pors antigues
gaudint d'un dret,
intuint el teu cor
però no els mots
que'm dispersen i traeixen.
d'erotisme sense pors antigues
gaudint d'un dret,
intuint el teu cor
però no els mots
que'm dispersen i traeixen.
Tindré temps d'anar
al ritme dels teus paranys?
al ritme dels teus paranys?
JOSEP RAMON GUILLÉN
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